miércoles, 5 de agosto de 2015

¿Quién manda a quien?






¿Quién manda a quien?

En el curso de los meses en que hemos sido gobernados por la Sra. Bachelet, estimo que es posible detectar, sin riesgo de error, quien manda en la conducción del país.
No me refiero a personas, me refiero a sistemas de pensamiento, a ideologías, a modelos, a visiones del mundo y del ser humano.
En efecto, cada vez que se anuncia una revisión de las decisiones políticas del gobierno, una especie de sentimiento de alivio y  de esperanza de correcciones que evitaran las nefastas consecuencias de las reformas que lleva adelante el gobierno de la Nueva Mayoría.
Parece evidente  que lo más cercano a la percepción de reorientación del gobierno, fue el nombramiento de Jorge Burgos y de Rodrigo Valdés  en los Ministerios de Interior y de Hacienda respectivamente. El concepto de realismo económico del Ministro Valdés se percibió como un proceso de revisión de reformas a las reformas tributaria y laboral, Por su parte las declaraciones del Ministro Burgos relativas a la reforma a la Constitución, reconociendo en nuestra actual Carta Fundamental grandes valores y el afirmar que era un tema que se postergaría, hizo parecer que el Ministro del Interior tenía la autoridad y el poder que le permitían comprometer al gobierno en materia de tan vital importancia.
La Mandataria encabezó, en Las Condes, un consejo de gabinete que buscó reordenar la agenda legislativa, en un contexto en el que diversas voces del oficialismo y el Ejecutivo, partiendo por el Ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, habían admitido la necesidad de "priorizar" las medidas de gobierno. El resultado de esta reunión fue una curiosa consigna: “Realismo sin Renuncia”, es decir una chilena forma del dilema de Hamlet, “ser o no ser, esta es la cuestión”,  frase que implica, al formularla como una unidad conceptual, una contradicción interna. La Presidenta refleja en su afirmación, esa contradicción existente en la Nueva Mayoría, el realismo, que refleja el reconocimiento del fracaso y la aceptación de la porfiada realidad económica, triunfo de Burgos y Valdés y Sin Renuncia que muestra la influencia de las posiciones de izquierda extrema. Y un slogan “Todos por Chile”, sana aspiración sin contenido real. De paso, un recado para el Ministro Burgos, se realizaría un proceso constituyente.
Como esta reunión no se proyectara ni se transformara en  una formula política viable, inventaron una reunión masiva de la elite gobernante. La llamaron “Cónclave”, pero no fue sino una reunión en que la Presidenta informó que una amiga la habría dicho que al avanzar de a poco no llegaría a ninguna parte. Los comunistas habían advertido su marginación del gobierno si no se respaldaba en esta reunión sus postulados.
Pareciera que ya podemos definir  los dos sistemas de pensamiento internos en la Nueva Mayoría: los “Fundacionales” por un lado y los “Institucionales” por el otro.
Los Fundacionales son aquellos que desean crear un Estado nuevo, destruyendo todo lo que se ha construido en muestro país para dar paso a un estado de tipo chavista. Los Institucionales, que reconocen la necesidad de reformas, promoviendo que se construyan como una continuidad institucional que mejore las condiciones de vida de los chilenos.
¿Quién manda a quien?
Los que mandan son aquellos que ganan siempre al conquistar los amores de la Sra. Bachelet, a tal extremo que se puede concluir que ella forma parte  de los Fundacionales, de los cuales también podríamos decir que son fundamentalistas de izquierda.
Los que no mandan son los Institucionales, su más emblemático exponente es el permanentemente desautorizado Ministro del Interior, Jorge Burgos. Una pena, por cuanto se hace evidente que ya se puede avizorar su alejamiento del gabinete, o el ver su cabeza gacha aceptando ser permanentemente humillado por la Presidenta y su grupo de fundacionales.

Julio Bazán A.




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